¿Cómo impacta la jubilación a las relaciones de pareja y familiares?

Somos conscientes de lo mucho que cambia la vida de una persona cuando se jubila, pero no tanto del impacto que tiene sobre su pareja y, en menor medida, sobre su familia más próxima. Analizaremos cómo impacta la jubilación a las relaciones de pareja y familiares.

Los cambios que se introducen en la vida de las personas jubiladas alteran también los acuerdos alcanzados con sus allegados y generan en estos nuevas expectativas y temores. Además de contar con la oportunidad de añadir más intimidad y significado a sus relaciones, el jubilado o jubilada tiene que contribuir a recuperar el equilibrio perdido construyendo nuevos consensos. Porqué unas relaciones ricas y variadas aportarán sentido a su nueva etapa y potenciarán sus iniciativas innovadoras.

Les voy a hablar de:

  • El impacto que la jubilación produce en las relaciones de pareja y, muy brevemente, en el resto de la familia.
  • Los problemas que pueden surgir y cómo buscar soluciones.

 

Voy a basarme en el conocimiento que adquirí en el estudio de 150 personas jubiladas publicado en mi libro: “La Jubilación, una nueva oportunidad” y en las demandas que recibí en 2 consultorios sobre la jubilación, que mantuve en la revista Júbilo y en la emisora de radio Radiosol XXI.

 

Problemas Conyugales

Jubilarse pone en juego el nivel de maduración de la personalidad. Hay dos rasgos que juegan un papel esencial: La capacidad de personalizar las vivencias (tolerando sobretodo las intensas y negativas) y la capacidad de simbolización (poner en palabras lo que uno siente para comprenderlo y compartirlo). Además, también contribuyen a superar la transición y a la adaptación a esa fase de la vida: la escala de valores, la experiencia acumulada enfrentando cambios y pérdidas, la preparación previa y contar con apoyo social.

El paso a la jubilación tiene significados desconocidos para el propio sujeto que pueden manifestarse en reacciones psicológicas complejas e imprevistas. Es por ello beneficioso darse un tiempo para conectar con lo que se siente al transitar a la jubilación. Entre otras razones, por que evita reprimir afectos y pensamientos que pueden desplazarse a otras áreas de la vida y afectar negativamente al estado de ánimo o a las relaciones. La respuesta personal al transitar a la jubilación va a afectar también al cónyuge y este puede inquietarse ante cambios de conducta que no comprende o no comparte.

Si los 2 esposos trabajan van a producirse dos jubilaciones que deberán ser negociadas y una doble adaptación, con 2 tipos de reacciones, agendas, prioridades y necesidades.

Las consultas sobre problemas conyugales constituyeron un 40% del total. Me escribieron sobretodo amas de casas, pero también maridos. En ambos casos predominaron las quejas referidas a los meses posteriores a la jubilación. 

Hablaban de:

  • Discusiones frecuentes (cuestiones económicas, control excesivo sobre la pareja/hijo).
  • Ausencia de comunicación, “anda ausente por la casa”.
  • Tristeza, depresión (cónyuge quejoso, perdida de valor, aumento de peso, despreocupación por la apariencia física).
  • Aumento del deseo sexual.
  • Aumento del consumo de alcohol

 

Aunque los equilibrios alterados suelen recomponerse en un periodo corto de tiempo, el proceso de adaptación del otro miembro de la pareja a la jubilación de su esposo/a no es siempre sencillo. Contar con una mujer o un marido receptivos y animosos puede ser de gran ayuda a la hora de dar el paso y planificar y compartir nuevas actividades y momentos placenteros. De hecho, varias personas viudas me confesaron que añoraban más a sus esposos, fallecidos tiempo atrás, a partir de haberse jubilado. 

 

¿Cómo cambia el intercambio social de las personas jubiladas?

El jubilado/a pierde, con el trabajo, una de sus principales vías de participación social (echan de menos a sus compañeros) y un sentido de pertenencia. Su mundo social se encoge, puede sentirse solo, aislado o que ha dejado de contar para los demás (ejecutivos con poder y … sus esposas).  Schlossberg habla de: “un vaciado de contactos”.  Se enfrentan a la realidad de su ser individual y pasan de ser un miembro reconocido del grupo a ser un individuo anónimo.  Puede ser el momento para cultivar unas relaciones, nuevas o preexistentes, terminar unas, empezar otras o incluirse en diferentes grupos.

Este mayor aislamiento social, combinado con la pérdida del trabajo, favorecen un movimiento centrípeto, el centro de gravedad del jubilado se desplaza hacia el interior de si mismo. Un movimiento que le invita a revisar su pasado y si llega a concluir que ha causado privaciones o daños a sus seres queridos tiene la oportunidad de repararlos con medidas novedosas. De hecho, la jubilación, de uno o ambos miembros de la pareja, puede funcionar como un catalizador que remueva las fuerzas que mantenían estancada la relación. 

Los trabajos procuran espacios de libertad para ambos cónyuges, donde satisfacen ciertas necesidades personales al margen de la pareja. Cuando cualquiera de ellos se jubila esa fuente de gratificación desaparece y la distancia que contribuía a estructurar la relación se acorta. Se refuerza la interdependencia mutua y aumenta la convivencia, lo que puede hacer florecer la relación o crear nuevos problemas.

Una vez instalada en la jubilación la persona jubilada tiene que encontrar nuevas actividades y relaciones que aporten sentido y satisfacción a esa nueva etapa. Sus iniciativas, pueden o no ser comprendidas o no coincidir con las esperadas por su compañero/a, y despertar rechazo o ser vividas como una amenaza para la seguridad de la relación. Del mismo modo, los cónyuges pueden no coincidir en sus intereses, su nivel de energía, sus necesidades de socialización o la distancia que quieren mantener con sus hijos o nietos.

 

¿Cómo impacta la jubilación en los conflictos de pareja?

Actividades independientes del jubilado que provocaron conflictos en la pareja:

  • Ellas cuidan a sus padres, ellos salen mucho (el/la esposo/a se sienten desplazados o abandonados).
  • Impiden realizar proyectos conjuntos (viajar o cambiar de residencia).
  • Diferencias y luchas de poder en la distribución de las faenas de la casa.

 

La mayoría de las parejas dan la bienvenida a compartir las tareas de la casa, sustituyendo los roles tradicionales por otros más igualitarios. Es un área para crecer conjuntamente (mujeres más asertivas y hombres más afectivos) o un campo de batalla.

Cuando es el hombre el que se jubila, pasa más tiempo en casa, un territorio tradicionalmente femenino, lo que sumado a la pérdida de su rol laboral puede acentuar el desorden de su identidad y, como consecuencia, resistirse a asumir un papel tradicionalmente femenino. Por su parte, la mujer que permaneció al cuidado del hogar, ha establecido sus normas y rutinas con autonomía y ahora ve ese arreglo alterado por tener que compartir, no solo el espacio, si no también la toma de decisiones y por tanto el poder, con su marido. (Chistes).

 

Estos cambios tienen más repercusión que la de repartir obligaciones concretas. A través de las labores de la casa se expresan diferentes afectos, se ejerce el control, se defiende la independencia, etc. Y aunque parecen problemas superficiales suelen estar en juego aspectos importantes de la relación, como el reconocimiento de lo aportado por cada uno, la aceptación de ciertas preferencias individuales, etc. Es mejor no ignorarlos si se quiere entender el significado profundo de lo que se está debatiendo y encontrar soluciones que vayan más allá del motivo inmediato del desacuerdo.

Analicemos cómo impacta la jubilación si solo uno de los esposos está jubilado mientras el otro continúa laboralmente activo; en este caso se plantean varios retos.  Estar en un estatus diferente modifica viejas costumbres y crea nuevas situaciones que no pueden ser compartidas. Un cónyuge puede estar celoso del que sigue trabajando o al contrario y este último envidiar y resentir las posibilidades de realización del primero. Y cada uno hacer demandas que el otro no está en condiciones de satisfacer por sus propios compromisos.

Hay maridos que presionan a sus mujeres para que se jubilen con ellos y que, una vez jubilados, se resisten a compatibilizar sus nuevos planes de actividad y ocio con las exigencias del trabajo de sus esposas. Y ellas esperan, cuando pueden estar viviendo el momento de mayor expansión de su actividad, que su marido jubilado se responsabilice de las labores domésticas y que las apoye en sus metas laborales. Algunas manifestaron su preocupación porque debido a sus obligaciones o al cansancio, no podían acompañar a sus maridos en sus actividades fuera del hogar.

La atención puesta en el trabajo facilita que se ignore la existencia de diferencias o problemas más graves en el matrimonio. Una vez que están frente a frente y tienen menos posibilidades de seguir mirando hacia otro lado se hacen evidentes la falta de sintonía o de contenido del vínculo. Esta realidad explica que algunas separaciones se produzcan después de la jubilación.

Como hemos visto, el incremento de la convivencia puede estimular tanto la creación de nuevas actividades compartidas como producir roces y generar ansiedades fóbicas en cualquiera de los esposos. Estas últimas se manifiestan como miedos a ser controlado o invadido por el que resultó reafirmado en su posición habitual o que ya se ha habituado a los cambios producidos. (Nobuo Kurokawa y el “síndrome del marido jubilado”). También los hombres podemos experimentar este tipo de miedos, como manifestó uno de mis entrevistados: “Al perder mi velocidad de crucero temo caer bajo la influencia de mi mujer, ser un apéndice de ella, quedarme a expensas de lo que ella quiera hacer. Podría engancharme a su carro y me veo como un buey manso tirando hacia donde ella quiera”.

Incluso los matrimonios más compenetrados necesitan poner al día la relación y desarrollar nuevas maneras de respetarse y darse apoyo y afecto. “Es como si necesitáramos conocernos otra vez” dijo una de mis oyentes. Tienen que reestructurar el espacio compartido encontrando la distancia que satisfaga las necesidades de cercanía de ambos y respete los espacios privativos de cada uno. Llegar a consensos satisfactorios exige compartir vivencias y expectativas, ponerse en el lugar del otro y aceptar su espacio, sus preferencias y sus planes. Con el añadido de que otros factores, que durante muchos años aglutinaron y sirvieron de cauce a su vida conyugal, como el cuidado de los hijos y la pujanza de los deseos sexuales, han perdido su relevancia.

Y, a su vez, cada miembro de la pareja necesita desarrollar sus intereses y amistades y decidir que tiempo va a reservar para sus actividades y relaciones individuales. Bernard y Treille dicen: “Crear un mundo para si mismo para poder reencontrar mejor al otro es quizás uno de los aspectos del éxito en la jubilación”.

 

Claves para revitalizar el vínculo conyugal

En su interesante y divertido libro “Jubilación para dos” Maryanne Valderverde nos da alguna clave para revitalizar el vínculo conyugal tras la jubilación: “Escuchar es más importante que nunca. Primero porque ahora estamos más cerca que nunca y si uno no tiene interés en el otro, uno o los dos lo van a pasar mal. Segundo, porque ambos tenemos cosas interesantes que decir y discutir, según vamos pasando por las transiciones de la jubilación y tratamos finalmente de completarnos. Tercero, porque encarar el futuro en esta fase da miedo y debemos poder hablarlo”.

Hay algunas reglas básicas que favorecen la comunicación en caso de conflicto. Una es evitar la crítica y los reproches referidos a hechos del pasado. Si lo que se transmite son acusaciones, es probable emplear expresiones hirientes y que el receptor o receptora se sienta atacado y responda de manera defensiva. Si, por el contrario, lo que se expresa es como uno siente lo que ha sucedido y que necesidades personales desearía ver satisfechas es probable que su pareja, con un mínimo de empatía, esté más receptiva y trate de consolarle. 

Las relaciones familiares acompañan a las personas jubiladas y les ayudan a preservar su identidad y a incrementar su bienestar. Al mejorar la disponibilidad de tiempo para dedicar a la familia pueden producirse cambios significativos en el vínculo. Pero también aquí cada persona jubilada deberá encontrar un equilibrio entre estrechar sus lazos afectivos y preservar un grado de autonomía para desarrollar sus propósitos individuales.

En mi estudio encontré:

Mujeres preocupadas por mantener su territorio de libertad: “A ver si mis hijos se van a creer que soy una zapatilla. Les tuve que poner en su sitio. Les dije: “Yo hago mi vida y dentro de ella está atenderos”.

Hombres queriendo acercarse afectivamente a sus hijos/nietos para compensar la distancia que habían mantenido en el pasado por motivos laborales.

En las peticiones de ayuda que recibí aparecieron estas mismas dificultades para encontrar una distancia satisfactoria respecto a la familia, tanto a nivel individual como conjuntamente. Unas, enviadas generalmente por hombres, se quejaban de una dedicación excesiva de sus parejas al cuidado de padres o hijos. Otras hablaban de sentirse atrapados en la posición de cuidadores por no lograr modular su compromiso. Hubo también quién me pidió consejo para mitigar el pesar causado por la separación de un familiar al que estaba muy unido.

Si las labores de cuidado transcurren a gusto de todos producen satisfacción y beneficios mutuos, pero si consume muchas energías o impone renuncias gravosas puede generar estrés y resentimiento.

Con respecto a los hijos adultos respetar la libertad para dirigir sus vidas y que, a su vez, acepten la disponibilidad limitada de sus padres exige comprensión mutua, madurez y diálogo. En caso contrario se puede infantilizar o sobrecargar a los hijos y perder las oportunidades de crecer que ofrece la jubilación. La riqueza del intercambio en el matrimonio de los mayores depende, en gran medida, de los límites que establezcan con los hijos y los nietos.

La experiencia de ser abuelo es una de las más gratificantes y vitales. Jugar y hablar con los nietos es una aventura deliciosa que nos rejuvenece al mirar al mundo a través de sus ojos. Necesitamos aprender a quererlos y cuidarlos desde una posición subordinada a la de los padres, porqué como dice Peeling: “Si como abuelo tus hijos dependen de ti, el cuidado de tus nietos puede pasar de ser una delicia a ser una carga”.

 

En resumen, de todos los cambios que se suceden en la vida hay pocos que la transformen tanto como la jubilación. Es una ocasión para escoger libremente como queremos vivir, sin ajustarnos a ningún modelo, ni demostrar nada a nadir. Tenemos la oportunidad de desplazar la centralidad del trabajo y hacer sitio a las personas que amamos y nos aman. 

Otra frase de uno de mis entrevistados lo resume bien.: “La jubilación es un aldabonazo para empezar una vida nueva, que la tengo que aprovechar al máximo en todas mis cosas: el amor, el cariño a mi esposa y mis hijas, estar más con mis amigos, la naturaleza … Es también un momento de quererme a mi mucho”.

En fin, en esta exposición me he atrevido a hablarles de lo que cantan músicos y poetas: Las alegrías y desdichas del amor. Ese amor que nos sostiene, nos da fuerza y nos protege de las contrariedades a lo largo de las diferentes etapas de la vida.

 

Muchas gracias. 

En este enlace, puedes ver el video completo del webinar «¿Cómo impacta la jubilación en las relaciones en pareja y familiares?».

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